A sólo horas de la movilización convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT), el presidente, Javier Milei, se paró como protagonista destacado al defender con fervor la imperiosa necesidad que lo llevó a presentar el polémico Súper Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) en el actual escenario económico.

En una declaración cargada de acusaciones y advertencias, Milei arremetió contra miembros del Congreso, cuestionó las marchas como forma de protesta y hasta sugirió la convocatoria a un plebiscito, a pesar de conocer su falta de carácter vinculante.

Milei resumió los pilares de su Súper DNU en «tres elementos fundamentales en términos estilizados»: la ampliación de la libertad individual, la desregulación hacia estructuras más competitivas y la erradicación de prácticas corruptas en la política.

No obstante, su discurso adquirió un tono áspero al dirigirse a diputados y senadores que objetan el decreto, acusándolos de buscar coimas y ralentizar el proceso legislativo. El presidente no dudó en señalar a supuestos corruptos en el Congreso, llegando incluso a insinuar que algunos «venden sus votos».

En la misma línea, criticó duramente a quienes rechazan el decreto, argumentando que el mecanismo propuesto les impide beneficiarse de manera ilícita, generando, según sus palabras, la mayor molestia. Además, desestimó las marchas como método de protesta y desafió a aquellos que las promueven a aceptar la derrota y buscar alternativas.

Milei defendió sus últimas medidas como audaces y necesarias, destacando la reacción positiva del mercado a los anuncios económicos, etiquetándolos como «market friendly». Frente a las posibles intenciones de la oposición de derrocar al gobierno, respondió con un desafiante «que lo intenten», expresando su confianza en el respaldo popular.

En otro momento de su discurso, Milei lanzó una serie de chanzas hacia Axel Kicillof, gobernador de la bonaerense, quien propuso un aumento de impuestos. Ironizó sobre «contagiar la ortodoxia» a otros gobernadores y sugirió la creación de una «tasa Kicillof» como respuesta a la estatización de YPF en la gestión de Cristina Kirchner.

El presidente abordó temas clave como las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, la escalada de tarifas de servicios y la negativa a aumentar los salarios de empleados estatales.

Afirmó que un acuerdo con el FMI es factible y detalló el plan para aumentar las tarifas de servicios, haciendo hincapié en la necesidad de minimizar el impacto en la población.

En cuanto a la austeridad, Milei denunció casos de gastos suntuarios en la Casa Rosada y otras dependencias estatales, llamando a la población a dar muestras de austeridad. También abordó la creación de billetes de mayor denominación y defendió la iniciativa de sociedades anónimas deportivas.

La entrevista reveló una visión crítica y desafiante de Milei, quien insistió en la necesidad de un cambio radical para combatir la corrupción y estimular el crecimiento económico. Sin embargo, su estilo confrontativo podría exacerbar las divisiones en la sociedad y generar interrogantes sobre la viabilidad de sus propuestas en un contexto político y económico tan complejo.