En el amanecer de un nuevo capítulo en la historia política argentina, Javier Gerardo Milei emerge como el presidente electo del país, después de un proceso electoral prolongado y extenuante. En un balotaje que sorprendió a muchos por su contundencia, el economista libertario superó a Sergio Massa por más de 11 puntos, marcando una victoria que desafió las predicciones de un desenlace ajustado. El próximo 10 de diciembre, Milei asumirá la responsabilidad de liderar desde la Casa Rosada.

Este hito político se enmarca en el 40 aniversario de la democracia recuperada en 1983, destacando la llegada de Milei como un fenómeno inédito en la historia democrática argentina. Conocido como el «Peluca», Milei transitó de los estudios de televisión, donde expresaba sus ideas ultraliberales, a la esfera política, consolidando una carrera que pocos podrían describir como menos que meteórica. En 2021, obtuvo una banca como diputado nacional por la Capital, y ahora, en tan solo dos años, culmina una audaz aventura presidencial, desplazando a las dos grandes coaliciones y ganando la segunda vuelta con un 55,7% frente al 44,3% de Massa.

Anoche, desde su búnker en el Hotel Libertador, Milei inauguró su presidencia electa proclamando el fin de la decadencia argentina y el inicio de la reconstrucción. Agradeció a figuras clave como Mauricio Macri, Patricia Bullrich y al PRO por su respaldo, delineando la impronta de su gobierno al prometer el fin del sistema de privilegios que, según él, empobrece a la mayoría de los argentinos. En un tono enérgico, sentenció que la situación del país es crítica y que los cambios necesarios deben ser drásticos, descartando cualquier atisbo de gradualismo o medias tintas.

Dirigió también un mensaje al gobierno saliente, instándolos a asumir su responsabilidad hasta el último día de su mandato. En medio de un escenario que se anticipa turbulento, Milei se desmarcó de las acciones que pueda tomar la actual gestión o de la dinámica económica inminente. Sin embargo, se supo que este lunes se reunirá con el presidente Alberto Fernández para discutir la transición.

Después de su mensaje inicial, Milei salió a la calle y se dirigió a un escenario donde habló con mayor fervor ante miles de seguidores que celebraban su triunfo. A su lado, figuraban su pareja Fátima Flores, su hermana Karina Milei y la vicepresidenta electa, Victoria Villarruel. Este «rockstar» de campera de cuero negro, conocido por sus actos de cierre en el Movistar Arena y su interpretación a capella de «Panic show» de La Renga, transformó la denuncia de «la casta» y la propuesta de dolarizar la economía en dos grandes éxitos de campaña, dentro de una prédica antisistema y disruptiva. Ahora, enfrenta el monumental desafío de corresponder a las expectativas de cambio generadas entre los votantes.

En una jornada electoral con desenlace incierto, y ya con versiones firmes de un triunfo irreversible del libertario, poco después de las 20 horas, Massa subió al escenario de su búnker en Chacarita. Lo hizo antes de que se difundieran los primeros datos oficiales del escrutinio, reconociendo su derrota.

«Felicité a Javier Milei porque es el presidente que la mayoría de los argentinos eligió», expresó Massa. No obstante, viró su discurso hacia la economía, señalando que la responsabilidad de transmitir certezas recae ahora en el presidente electo. Planteó la puesta en marcha de mecanismos de enlace para la transición democrática. Circuló la posibilidad de que Massa renuncie como ministro de Economía, una decisión que podría concretarse después de la reunión entre los presidentes saliente y electo.

La elección de Milei refleja una clara opción por el cambio en un escenario donde, a pesar de los sellos partidarios y dirigentes, el electorado mayoritariamente volcó su preferencia en un país asfixiado por la crisis, la inflación y el empobrecimiento. Este cambio, encarnado por Milei, contrasta con la supuesta continuidad representada por Massa, el ministro-candidato del cuarto gobierno kirchnerista. Massa buscó despegarse de la herencia gubernamental, generando expectativas sobre su propia gestión, pero no fue suficiente, incluso con la campaña del miedo y la demonización del libertario.

El líder libertario no solo triunfó en la zona central del país, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza, sino que también se impuso en la Patagonia y en el norte argentino. Aunque Massa ganó en la provincia de Buenos Aires, lo hizo por una exigua diferencia de apenas 1,5 puntos, una de las claves de su derrota.

Con 20 días de transición por delante, Milei, que en tramos de su campaña se presentó con una motosierra simbolizando su vocación por reducir el gasto público y el tamaño del Estado, heredará un país con problemas económicos y sociales de envergadura. La inflación interanual supera el 140%, y más del 40% de la población vive en la pobreza.

Milei enfrentará el desafío de gobernar sin gobernadores propios ni mayorías en el Congreso, necesitando forjar acuerdos para que sus propuestas legislativas vean la luz. Tanto Juntos por el Cambio como el Frente de Todos, que pasará a la oposición, podrían experimentar reconfiguraciones significativas. Este escenario, con un presidente electo debilitado en términos de estructura política, es algo sin precedentes en la reciente historia argentina.

A pesar de las discusiones en torno al fraude y la fiscalización, el balotaje transcurrió sin incidentes significativos, con una participación electoral del 76,3%, cercana a la de las generales de octubre. El voto en blanco apenas representó el 1,55%.