La política argentina se mueve en un tablero de tensiones y estrategias en constante redefinición. En medio de la discusión interna con el gobernador bonaerense Axel Kicillof tras el lanzamiento de su movimiento Derecho al Futuro y con el peronismo nacional obligado a recalcular su estrategia tras la suspensión de las PASO, Cristina Fernández de Kirchner decidió reunir al Consejo Nacional del Partido Justicialista en la emblemática sede de la calle Matheu.

El encuentro, que marcó su debut formal como titular del PJ, evitó de manera tajante cualquier referencia directa al distanciamiento con Kicillof, otrora uno de sus dirigentes más cercanos. Tampoco hubo menciones a la posibilidad de un desdoblamiento de los comicios provinciales y municipales en la provincia de Buenos Aires, una medida resistida dentro del propio kirchnerismo. Sin embargo, en la política lo que no se dice es tan importante como lo que se menciona: la ausencia de estos temas en la agenda no impidió que sobrevolaran la reunión.

Un cónclave sin fisuras visibles

El encuentro comenzó pasadas las 19:30 y se extendió por aproximadamente una hora y media. Entre los asistentes se encontraban los vicepresidentes José Mayans, Germán Martínez, Lucía Corpacci, Ricardo Pignanelli y Mariel Fernández, además de una amplia mayoría de los 75 consejeros. La composición del Consejo dejó en claro que todos responden a la ex presidenta y que Kicillof no tuvo margen para proponer nombres ni espacios en la estructura partidaria, en el marco de la disputa con el riojano Ricardo Quintela, cuya lista terminó siendo desestimada por falta de avales.

Finalizada la reunión, los asistentes coincidieron en un mismo diagnóstico: “Cristina cumplió con el temario al pie de la letra. No hubo ni una palabra sobre Axel ni sobre el desdoblamiento electoral”. Sin embargo, un análisis más detallado de sus palabras revela sutilezas que podrían leerse como mensajes velados. Su insistencia en la “necesidad de fortalecer los partidos nacionales” puede interpretarse como una crítica implícita a Kicillof, a quien sectores alineados con la ex presidenta cuestionan por centrarse en una estrategia electoral de alcance exclusivamente bonaerense.

El reparto de poder dentro del PJ

Además de la demostración de cohesión interna, el encuentro sirvió para definir la distribución de cargos partidarios. La legisladora provincial Teresa García fue designada como Secretaria General, mientras que otros nombres clave ocuparon áreas estratégicas: José Neder en Interior, Mayra Mendoza en Organización, Víctor Santamaría en Formación, Federico Otermín en Comunicación, Anabel Fernández Sagasti en Asuntos Legales, Agustín Rossi en Defensa, Pablo Yedlin en Salud y Julián Domínguez en Asuntos Agrarios. En tanto, Eduardo Wado de Pedro tendrá a su cargo el Instituto Modelo Argentino, un rol que le permitirá articular una visión a largo plazo dentro de la estructura partidaria.

También se insistió en la conformación de una Comisión de Acción Política, cuya creación se viene demorando, y en la articulación de un espacio de diálogo con los partidos aliados con vistas al proceso electoral que se avecina. “El PJ va a estar activo, receptivo y abierto todos los días”, enfatizó Cristina Kirchner, en un claro intento de consolidar una estructura de resistencia frente al gobierno de Javier Milei.

Tensiones latentes y un tablero electoral incierto

Otro de los puntos del orden del día fue la situación interna del peronismo en provincias clave como Jujuy y Corrientes, donde las disputas judicializadas complican la normalización partidaria. En este contexto, se decidió prorrogar las intervenciones en ambas jurisdicciones y extender la medida a Salta y Misiones, donde algunos legisladores peronistas fueron duramente cuestionados por respaldar iniciativas del Gobierno nacional.

El escándalo financiero desatado por la promoción de Javier Milei a la memecoin $LIBRA también tuvo su espacio en la discusión. Cristina Kirchner solicitó un “informe detallado sobre los hechos y sus posibles consecuencias”, en lo que podría ser el primer paso hacia una estrategia opositora más activa en este frente.

A pesar del ruido previo generado por la presentación del movimiento Derecho al Futuro, el tema no fue tratado de manera explícita. “No es desde una provincia donde se va a reordenar el peronismo nacional para enfrentar el modelo del Gobierno”, sentenció Teresa García, aunque dejó abierta la puerta a una futura reconciliación: “En el peronismo la unidad nunca es irreversible”.

El tono del encuentro fue calculado y premeditado. Cristina Kirchner eligió mostrarse en control absoluto del PJ, sin dar señales de fisuras en su liderazgo. La cumbre de Matheu no resolvió todas las tensiones internas del peronismo, pero dejó en claro que la conducción de la ex mandataria sigue firme y que, al menos por ahora, los desacuerdos se manejan en voz baja.

En el cierre del encuentro, un gesto que no pasó desapercibido: la ex presidenta pidió “rezar por el Papa Francisco”. Un mensaje con múltiples lecturas, en un contexto donde los símbolos y los silencios pesan tanto como las palabras.