La saga de mensajes comienza en plena campaña presidencial de 2019 y se extiende hasta febrero de este año, cuando estalló el escándalo de los seguros. Desde su posición en la Casa Rosada, Cantero contactó a decenas de funcionarios y realizó gestiones para su marido. Las conversaciones también revelan que Martínez Sosa visitó varias veces la residencia de Olivos y hasta se reunió en secreto con Fernández, encuentros que no aparecen en los registros oficiales.
El celular Samsung de Cantero, incautado en marzo durante un allanamiento en su casa en Victoria, guarda las claves de este entramado. Entre los intercambios destaca uno particularmente revelador: Cantero conversa con un contacto agendado como “Hecky”, quien no es otro que Martínez Sosa, enviándole selfies y discutiendo estrategias para sus negocios.
Desde el inicio de la campaña, Cantero actuó como un puente entre los intereses de su esposo y el entorno cercano de Fernández. El 13 de agosto de 2019, Martínez Sosa solicita a su esposa que gestione una reunión con el candidato del Frente de Todos, evidenciando la confianza con la que ambos se movían en esos círculos.
Tras la victoria electoral, las gestiones se intensificaron. Cantero se enfocó en asegurar contratos jugosos en el sector de los seguros, una obsesión que compartía con su marido. En diciembre de 2019, preguntaba a su esposo por los seguros de la Armada, y ya en enero de 2020, planeaban colocar a sus aliados en los directorios de Provincia y Nación Seguros.
Uno de los nombres que surgen en estas conversaciones es el de Sebastián Díaz Bancalari, vinculado a la familia del peronista histórico. A pesar de las dudas de Martínez Sosa, Cantero intentaba tranquilizarlo: “Son de los nuestros”, le decía, aludiendo a los contactos alineados con su red de influencias.
La complicidad entre Cantero y Martínez Sosa queda al descubierto en cada mensaje. Desde la recuperación de contratos en Mendoza hasta la obtención de la codiciada póliza de Gendarmería Nacional, los diálogos revelan una red de contactos que operaba al servicio de los negocios del broker. Las comisiones derivadas de ese contrato ascendieron a la astronómica cifra de $1.363 millones, una ganancia desproporcionada que solo fue posible gracias a las gestiones de Cantero y la estructura corrupta que la sustentaba.
Mientras tanto, el rol de Cantero como secretaria de Alberto Fernández se entrelazaba con su función como intermediaria de su esposo. Los mensajes recuperados muestran cómo utilizaba su posición privilegiada para facilitar reuniones, como la que intentó conseguir con Agustín Rossi, entonces ministro de Defensa, o las instrucciones precisas que daba a Martínez Sosa para entrar en la Casa Rosada sin levantar sospechas.
Las visitas secretas a Olivos son otro punto crucial en este escándalo. Aunque los registros oficiales indican que Martínez Sosa estuvo en la residencia presidencial en cuatro ocasiones, los chats revelan visitas no registradas. En una de ellas, el 30 de abril de 2021, el broker almorzó con Daniel Rodríguez, el intendente de la quinta de Olivos, un hombre de confianza de Fernández que ahora está bajo la lupa judicial.
Las atenciones que la pareja brindaba al círculo íntimo de Fernández completan este cuadro de corrupción y complicidad. Regalos como corbatas para el Presidente o un costoso reloj Tag Heuer para Rodríguez son indicativos de la cercanía entre Martínez Sosa y el poder, una relación que ahora podría desenredarse en los tribunales.
Este escándalo es más que una simple red de corrupción; es una muestra del entramado de favores, influencias y beneficios que se esconde detrás de las paredes de la Casa Rosada. La justicia tiene en sus manos una caja de Pandora que, al abrirse, podría revelar hasta dónde llegan los tentáculos de esta red.