La coalición política Juntos por el Cambio se encuentra en medio de un profundo quiebre, causado en gran medida por las acciones de sus propios líderes. La política ha abandonado a esta alianza o, posiblemente, fueron sus dirigentes quienes abandonaron la política. Las motivaciones detrás de esta división siguen siendo un misterio, con oscuros y egoístas propósitos que nadie conoce.

Mauricio Macri tomó una decisión inesperada y apresurada al abrir las puertas de su casa en Acassuso para recibir a Javier Milei y su hermana Karina, en compañía de Patricia Bullrich. La razón detrás de esta movida sigue siendo un enigma. ¿Por qué Macri y Bullrich no tomaron el tiempo necesario para dialogar con los aliados del radicalismo y la Coalición Cívica sobre la posibilidad de una alianza en bloque con Milei? La justificación de temor a que Sergio Massa prolongara su mandato no parece suficiente para justificar la falta de un diálogo y consenso dentro de la coalición opositora.

La esencia de la política radica en el diálogo, especialmente entre aquellos que comparten una plataforma política común. Tal como lo mencionaba Raúl Alfonsín, un destacado presidente de la nueva democracia argentina, «la política es diálogo», y sin él, la política se convierte en violencia o ruptura. Macri debería haber respetado su rol de expresidente y evitado los ataques personales a otros líderes políticos, sin importar cuán en desacuerdo estuviera con ellos. Los expresidentes deben respetar la institución presidencial.

Las tensiones se han exacerbado entre Macri y dirigentes como Gerardo Morales, Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti. Morales ha expresado abiertamente su desacuerdo con Macri en el pasado, y esta confrontación se ha acentuado. Además, Patricia Bullrich hizo declaraciones preocupantes al insinuar que esperaba una crisis económica antes de las elecciones, lo cual ignora el sufrimiento de la sociedad, cuyos miembros son los principales afectados por tales eventos.

La división actual se reduce a la decisión de Macri de distanciarse del radicalismo y a la falta de entusiasmo de Morales por esta alianza, ya que está a punto de dejar la presidencia del radicalismo. Sin embargo, ¿por qué Macri no consideró formar una alianza con otras facciones del radicalismo que compartieran sus valores en lugar de centrarse únicamente en la lucha contra Morales y Lousteau? El radicalismo apoyó numerosas leyes impulsadas por Macri en la Cámara de Diputados durante su mandato, lo que demuestra la importancia de esta colaboración.

La relación de Lousteau con Massa y su ambición política también desempeñan un papel en esta disputa. Lousteau cree que su destino es la presidencia de la Nación, y esta ambición podría haber contribuido a su hostilidad hacia Macri. Además, Massa ha logrado distanciarse de los problemas económicos actuales y ha evitado asumir responsabilidades por ellos, lo que influye en la percepción pública.

A pesar de las tensiones en la coalición y la lucha por el poder interno, los líderes de Juntos por el Cambio deben recordar que sus acciones tienen un impacto directo en la sociedad. Los problemas económicos y la falta de unidad en la oposición pueden hacer que los ciudadanos pierdan la fe en sus líderes políticos. La sociedad merece una oposición fuerte y cohesionada que pueda ofrecer soluciones a los desafíos del país, en lugar de confrontaciones internas destructivas. El desabastecimiento de combustibles y la desconfianza de los ciudadanos en los candidatos son ejemplos de las consecuencias de esta división política. La unidad y el enfoque en los problemas del país son esenciales para reconstruir una coalición opositora efectiva y restaurar la confianza de la sociedad en la política argentina.