La gestión kirchnerista en materia económica nos deja una valiosa enseñanza: no se puede mantener el acelerador a fondo de manera constante. En economía, es fundamental comprender el ciclo económico y prepararse para los tiempos de vacas flacas durante los periodos de bonanza. Lamentablemente, este principio parece haber sido ignorado por el kirchnerismo, que ha optado por mantener el pie en el acelerador, forzando la máquina sin considerar las consecuencias.

El resultado de esta política es evidente en la actualidad: nos encontramos al borde de un ciclo económico agotado, con una inflación disparada y un dólar sin techo. La economía argentina se halla incapaz de absorber la avalancha de pesos en circulación, incluso en un contexto de recesión y caída, según lo anunciado recientemente por el FMI.

La decisión del Ministro de Economía, Massa, de no renunciar a su cargo y simultáneamente postularse como candidato, agrava aún más la situación al impulsar la expansión del kirchnerismo. A pesar de que la actividad económica se ha mantenido en julio y el índice EMAE del INDEC muestra un crecimiento del 1.1% en el año, excluyendo el sector agropecuario, es necesario analizar las razones subyacentes.

Algunos sectores tienen acceso a dólares y pueden financiar sus importaciones, lo que ha permitido mantener cierto nivel de actividad económica. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el ajuste en los volúmenes importados fue limitado, tal como señala un reciente informe de la consultora Equilibra.

Tras la devaluación posterior a las PASO, el Gobierno ha logrado desvincularse del Fondo Monetario Internacional y recibir desembolsos por un total de 7.500 millones de dólares, destinados a saldar deudas con el propio organismo. Este cambio de rumbo ha llevado al abandono de las metas fiscales, de reservas y de financiamiento del acuerdo. En su lugar, se han implementado una serie de medidas destinadas a compensar la disminución del poder adquisitivo de las familias tras la devaluación, a través de un aumento del gasto público y la reducción de impuestos, inyectando en la economía 2.7 billones de pesos en tres meses, equivalente a casi el 1.5% del PBI.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿cuál será el impacto de esta inyección de 2,7 billones de pesos en la economía para finales de año? Esto equivale al déficit fiscal acumulado por el Tesoro entre enero y agosto. Es decir, en solo tres meses se inyectará el mismo monto que se reunió en ocho. Esta constante estimulación de la demanda sin una oferta que la respalde solo puede resultar en un incremento de los precios.

Fomentar la compra de dólares mientras los pesos están en circulación y existe un cepo solo contribuye a elevar el precio de los tipos de cambio alternativos y, por consiguiente, a aumentar la brecha entre el dólar oficial y el blue. En la actualidad, esta diferencia alcanza su punto más alto desde 2002, cerrando en un 188%.

Es necesario recordar que, más allá de las declaraciones de la oposición, ha sido el Gobierno quien ha tomado la iniciativa. Ahora, se encuentra en el último tramo antes de una curva decisiva en el camino económico del país.